Las catorce historias que pueblan Cuentos junto al lago y otros relatos nos muestran a sus personajes enfrentados a las más variadas situaciones: la compasión que despierta un insignificante ser en un pasajero del metro, el asombro de un tripulante de la carabela Pinta ante los nativos del Nuevo Mundo, un estudiante que aspira a obtener el máximo de diversión sin importarle las consecuencias, los recelos de una chica japonesa sobre el auténtico carácter de su atractivo amigo occidental
Esta diversidad tiene su reflejo en la temática del libro, y la narración oscila entre lo misterioso rayano en lo sobrenatural (un sorprendente manuscrito hallado en las ruinas de Knossos por un aficionado a la arqueología; un enigmático y desquiciante cuadro de finales del Quatroccento
), lo trágico (los recuerdos de toda una vida de una anciana solitaria), lo cómico (los quebraderos de cabeza que a un barón francés causan, a partes iguales, su hijo revolucionario y su mayor rival), las relaciones laborales (la llegada de un nuevo empleado altera la convivencia de su grupo de compañeros de trabajo; la disparatada jerga laboral de unos consultores con una difícil misión), lo policiaco (la investigación de un sospechoso accidente en una de la lunas de Saturno), e incluso lo ecológico y lo social.
Y aunque dicha alternancia hace transitar la lectura por un ameno carrusel, existe al mismo tiempo en toda la obra una matriz común: el profundo interés por el mundo íntimo de sus personajes que subyace en cada una de las historias. Así, el comportamiento humano es el auténtico protagonista, y las decisiones que cada uno de los personajes toma ante sus propias circunstancias, decisiones que en gran medida les marcan y les definen, les mueven a recorrer (también al lector) un camino hacia el interior de sí mismos, un trayecto secreto como el que emprende en su corazón el narrador del relato de igual título, una aventura insondable. Nos mueven, en resumen, a reflexionar.
