La persistencia del absurdo en la vida cotidiana; nuestra incapacidad para el pensamiento
racional, con nuestros actos guiados principalmente por impulsos emocionales -lo cual nos acerca
al comportamiento animal, mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir-, y la imposible
comunicación, al margen de emociones que desvirtúan los contenidos, son algunos de los temas
que componen la esencia de los 10 relatos -algunos de ellos inéditos hasta la fecha realizados para
este monográfico, y otros, prepublicados en su día en la revista Humo entre los años 2005 y 2007-,
integrados en El sótano en llamas, de Toño Benavides.
De hecho, desde el mismo título se alude al subconsciente según Freud. Es el sótano de la mente,
donde se mueven fuerzas irracionales que el individuo, normalmente, prefiere ignorar o reprimir.
Toño Benavides desarrolla los relatos -cuentos gráficos, como los denomina Luis Alberto de Cuenca
en el prólogo- a partir de primeros impulsos, que acaban revelando, a la manera de los test de
Rorschach, las obsesiones propias. Así, trata de materializar el absurdo y sugerir su equivalencia
con lo racional, desmontar la realidad para volver a construirla bajo una lógica diferente con una
expresión libre de intuiciones.
Aunque no exista continuidad temática entre las historias de El sótano en llamas -que se dividen en
3 grandes bloques: Obsesión, Fuego en el sótano y El orden implicado-, en la mayor parte de ellas,
el protagonista bien podría ser el mismo bajo diferentes nombres. La conducta de este hipotético
personaje único se acerca mucho a la del sociópata; no tanto por lo que tiene de violento, como por
lo que tiene de singular e inaprensible.
Demostrando poesía visual en la imagen y narrativa lineal en las historias, éstas funcionan como
mecanismos de cuerda que se paran cuando la tensión del muelle se disipa. Son momentos de la vida
de unos personajes que dejan flotando en el ambiente, a la manera en que lo hacía la sonrisa del gato
de Cheshire, a veces la perplejidad, a veces la risa, a veces el desasosiego.