Resulta que no sólo existe el tiempo como lo comprendemos, sino que incluso nuestros recuerdos pueden ser falsos y nuestra vida, la que nos mantiene con esperanzas, otra muy distinta a la que creímos. El presente no es nuestro, sino de los recuerdos que vuelven a cada instante y nos arrullan o atenazan y de los deseos de futuro; el ser humano es un animal que desea y en base a sus deseos crea mundos, y mientras lo hace, va viviendo sin darse cuenta.