En tiempos en los que las tecnologías digitales configuran nuevas condiciones relacionales, pensar filosóficamente la comunicación es preguntarse por la presencia del ser en el intercambio pragmático-lingüístico intersubjetivo. Y, con ello, descifrar la capacidad de la conversación para favorecer el cumplimiento de la vocación ontológica de la persona. A lo largo del libro se articula un modelo filosófico de la comunicación, que permite una hermenéutica más precisa sobre la recíproca determinación de ser y decir, donde la palabra-signo muestra su mayor valor en cuanto soporte de una donación que trasciende lo social y lo informativo. En esa búsqueda, se aborda de manera central la cuestión ética, distinguiendo los modos posibles de atribuir a una comunicación el calificativo 'buena'. A partir de ahí, se desarrolla una ética de la personalización, de tipo normativo, basada en la autonomía responsable de los interlocutores y en el mutuo reconocimiento, y, en esa línea, se encaran los principales desafíos para una comunicación mediática que promueva y consolide lo interhumano.
