La historia de España de los siglos XVIII y XIX es, en buena medida, la historia de los Borbones, sus méritos y debilidades, sus renuncias y su ambición. El autor de "Isabel II, la reina caprichosa" sabe que la observación atrevida de la monarquía nos permite comprender las vicisitudes que nuestro país ha sufrido en esos dos siglos.
El reinado de Isabel II, conocido como «la Corte de los Milagros», es el mejor ejemplo de una monarquía indiferente a los asuntos públicos, condicionada por las intrigas políticas, la injerencia de las filas más intolerantes de la Iglesia y del ejército. La muestra más clara de esta corrupción política es su vida de alcoba: Isabel II es obligada, muy joven, a casarse contra su voluntad con su primo Francisco de Asís, un hombre de voluntad débil y dudosa sexualidad, que no satisface la avidez sexual de la reina. El entorno de Isabel se aprovechará de esta situación para presentarle potenciales amantes, en especial del ámbito castrense, para mantenerla ajena a los asuntos del reino y, además, asegurar la descendencia. Este hecho vergonzante no era un secreto, y el mismo pueblo de Madrid cantaba en sus coplas el lamentable espectáculo.
Lejos de las obligaciones políticas, aquellos Borbones se caracterizaron por dedicarse al ocio festivo y a cultivar sus caprichos: la relojería, la botánica o la caza; la pasión por el lujo y la vanidad palaciega; el vicio del juego y la bebida, o una desaforada vida sexual, cuando no se cayeron en un pietismo extremo y supersticioso.
También se aborda en este libro la lucha de los liberales contra el absolutismo, el papel que jugaron los reyes en ella, apoyados por una aristocracia indolente temerosa de perder sus privilegios; un poder castrense que no deja de irrumpir en la vida política y una Iglesia que interviene en la corte a través de personajes siniestros e iluminados, como el padre Claret o sor Patrocinio, la Monja de las Llagas.
Juan G. Atienza no retrocede en su investigación ante los detalles más penosos, que documenta con exhaustividad; de manera que sus afirmaciones no son nunca gratuitas. Un libro valiente, en definitiva, e imprescindible para reconciliarnos con algunos de los episodios más tristes de nuestra historia.
