La Ciudad Desnuda es el cuarto libro de poesía de Cruz González Cardeñosa,
quien comienza su andadura poética en 1.995, como integrante de la Escuela de Poesía
Grupo Cero. No por casualidad, somos compañeras de taller desde hace 13 años.
Ha publicado desde 1998, es decir, desde hace 10 años: Letras de fuego, A golpe
de lluvia (en colaboración), Cortina de humo, tercer premio de poesía (ex aequo), de la
Asociación Pablo Menassa de Lucia en su 4ª convocatoria y La ciudad desnuda.
Desde este intenso curriculum poético, presenciamos la transformación que la
poesía, cuando es tratada en estado puro, hace del autor, e incluso de la vida del autor.
No es casualidad, entonces, que Cruz sea la responsable de la Página de Poesía
www.poesiagrupocero.com, desde hace años.
Interrogada desde el título, ?La Ciudad Desnuda?, encuentro metáforas con el
cuerpo y con la palabra ¿será la ciudad el cuerpo del poeta? Cuerpo que no podemos
obviar y que siempre es pulsional, es decir, cuerpo de palabras. Pero, ¿por qué
desnuda? ¿por qué ese cuerpo-ciudad, ha de desnudarse, ha de quitarse las vestiduras?
Quizá, porque el cuerpo de la poesía le pide al poeta que desnude su alma, que preste su
cuerpo al poema, para que la poesía penetre tal y como le plazca, y empape la pureza
del folio con sus líquidos que, tan sólo después del punto final, darán forma a todo el
proceso.
Así, poema tras poema, día tras día, La Ciudad desnuda se revela como
metáfora de la función de poeta: sede de un cuerpo, vacío de palabras, para dejarse ser
en el poema.
Tres partes componen el libro: Lo insólito de la voz, Piruetas del tiempo y el
Horizonte que despierta y, en todas ellas, una continuidad: la piel. Como frontera del
cuerpo, es lo que nos separa y nos une, lo que mostramos y lo que nos muestra, el rubor,
la palidez, el aroma, el color, el sabor... Lugar donde habitan las palabras, también como
límite para los sentidos o, quizá, creando algún sentido más.
En el poema Signos de interrogación, leemos: Detengo un instante mi voz,/ dejo
que sus manos toquen mi piel,/ que se deslicen por mi piel/ que jueguen al roce de unas
manos/ sobre la piel, que me interroguen.
Órgano de gran carga erótica, sensible a las palabras, pantalla para las
emociones: Grabadas/ quedaron, en mi piel,/ tus palabras.
Muchos más ejemplos invaden el libro, como: Emergen de tus labios
corazones;/ bailarines, cantores, corazones de piel/ y, también, un corazón golpeando
la página;
ó, Cerca de tus labios, atravesaba ciudades/ buscando esa piel que un día fue mi piel;
ó quizá, Brusquedades en la piel/ como tormentas/ de azul y lluvia;
ó bien, Libertad encadenada/ que, rozando la piel,/ dibuja su contorno,
Estos versos me llevan a la pregunta de si la poesía no será esa piel de la que
habla la poeta y que, usada de frontera, nos permite expresarnos y participar de la
realidad cotidiana.
No nos resulta nueva la frase de que la verdadera historia del hombre está en la
poesía, frase que, después de la lectura de este libro, incorpora a mis palabras una luz de
verdad indiscutible: la poesía es una frontera que nos une y nos separa, también de uno
mismo. Cruz González, con la destreza de los grandes poetas, ha conseguido unirnos a
la piel de su último libro, ?la Ciudad Desnuda?, a través de las emociones y, ahora,
tenemos la oportunidad de desnudarnos para vestirnos con la piel de sus poemas.
Gracias y felicidades. Llevamos 13 años juntas en el taller de poesía.
Magdalena Salamanca. "El blog maravilloso"