Esta novela es una evaluación de los vicios y escasas virtudes del siglo XX. Combinando hechos objetivos con elementos surreales, alegóricos y humorísticos, la obra intenta una clave interpretativa de ese tiempo pasado, a la vez que amaga una posible recuperación redentiva de los estragos de la historia. El protagonista aparece como uno de los pocos héroes posibles que nuestro tiempo puede generar. La última estación replantea algunos de los cómodos presupuestos convencionales de la novela actual.