La evolución de los equipamientos culturales de los hogares españoles en las últimas décadas resulta ser un buen indicador del ascenso y consolidación de un nuevo paradigma comunicativo: en 1968 sólo un 38% de los hogares tenía televisor y un 19% teléfono fijo. En 2010, la inmensa mayoría dispone de diversos receptores, un 92% de teléfono móvil y en torno al 70% de algún tipo de ordenador. Estos y otros equipamientos reflejan la transición al régimen comunicativo audiovisual-digital, que modifica los procesos de participación cultural y socava el nexo histórico entre cultura y cultura letrada, y entre esta y la alta cultura.