Dijo Salvador Pániker: "Cada época, cada grupo, construyen sus discursos desde distintas opciones. Las contradicciones y nostalgias de cada momento están en función de los vientos que soplan. Y, así, la cultura va convirtiéndose en un grande y descentrado teatro, donde perpetuamente hay que reinventarlo todo. El maestro Quiroga fue muy consciente de esa necesidad de volver a inventar ya lo inventado por uno mismo; sin caer, claro, en la perezosa autodecadencia de autocopiarse. Tal vez por eso su talento pudo ser siempre fresco, como renovado con el amanecer, a pesar de desgastarse con la composición de más de cinco mil piezas musicales. Y es que, como decía Rafael de León, su más intimo colaborador: Acertaba. Tenía talento, y lo tiene, para acertar. Porque es músico popular no populachero.