Conocemos el nombre de la chica que declama: ella es Ternura; pero loque no conocemos es el nombre del destinatario al que van dedicadasestas cartas. Como si se tratara de un juego de géneros literarios, la escritora Luna Miguel trenza en estas páginas algo de poesía, conalgo de ensayo, con una pizca de cuento de hadas, con otra pizca demonólogo lascivo. Y así, su intención nunca es la de responder a laNumancia de Miguel de Cervantes, sino más bien la de imaginar sobre su propia carne el dibujo de esos cercos, de esas murallas, de esosgritos últimos del amor: ¿qué sentido tiene hablar de libertad ¿Cómoexhibir las heridasde una batalla ¿Es lícito sentir tanto deseo,incluso si una ya se sabe humillada, oprimida, derrotada