Ismael recuerda que un día fue algo más que un rey y algo menos que Adán, que llegó pobre al fi n del mundo y pobre salió de él, que fue esclavo sin saber y cazador de esclavos sin querer, embajador de un anticristo fi lantrópico, traductor y traidor; que tuvo un mundo sólo para sí, y lo perdió. Todo eso era posible en la Amazonía de principios del siglo XX, cuando el boom del caucho puso frente a frente, con una violencia inédita, la civilización industrial, con su tropel de codicias y deseos, y una selva aún oculta en las fuentes del mayor río del mundo.
Un amor suicida y un crimen monstruoso marcan la trama de Verónica, ambientada entre Madrid, Marbella y Tánger. El protagonista, un joven como tantos, fija su destino al de una misteriosa mujer. Especuladores, policías, camellos, realizadores de cine porno, peleles varios tarántulas camufladas acompañan su peregrinaje hasta los infiernos de las películas snuff.
Novela negra con el visor en los grandes del género, cargada de alto voltaje sexual y violencia sin depurar, Verónica marca un salto en la producción narrativa de Julio Valdeón Blanco. Escrita, como sus anteriores obras, " con las chispas de un cortocircuito, a un ritmo desenfrenado " (Antonio Lucas), apuesta por una trma cerrada y homenajea a escritores como James Ellroy, Patricia Highsmith o Mohamed Chukri. A ratos irónica, inlcuso cómica, y a veces terrible, Verónica radiografía algunos de nuestros demonios íntios a golpe de solplete, mezclando carmín con sangre. En definitiva, el insolente aldabonazo de un joven escritor a quien Raúl del Pozo ha comparado con Henry Miller, alguien " que hace del procesador de textos un arna arrojadiza y de los adjetivos, elegantes artefactos terroristas " (Antonio Jesús Luna).