Los beduinos tienen 10 palabras distintas para nombrar la arena; los lapones, 20 para el hielo y más de 40 para la nieve. La gran diversidad de nombres aplicados a Cristo vendría a demostrar también la importancia que El posee para quienes así, con tantas palabras diferentes, lo denominan. Muchos son sus nombres, en efecto, como muchas son las necesidades del corazón humano. La Palabra se hizo palabras, misericordiosamente.
Cada uno de los posibles nombres de Cristo refleja un aspecto de su persona, pero todos ellos sumados no bastan para dar a conocer algo que es y será siempre inagotable.
Todos los números imaginables distan igualmente del infinito. Puesto que se trata de un tema infinito, 365 nombres resultan demasiados, a la vez que demasiado pocos. Un número de suyo indiferente, pero que tendría a su favor una razón suplementaria. Es el número de días que componen un año y el año representa una vuelta más en la imparable rotación del tiempo. Pues bien, lo mismo que la Tierra gira alrededor del Sol, lo mismo que una rueda gira alrededor de su eje, así gira este libro alrededor del Nombre inefable.
Una luminosa, esclarecedora y cálida reflexión sobre Cristo para cada día del año.
