A orillas de la labor reúne un conjunto de ensayos en los que la vida diplomática de su autor se funde sin solución de continuidad con la reflexión acerca de las tradiciones literarias de dos de los países, Portugal y Argentina, en que ha estado destinado. Frente a los ojos acelerados del presente, su mirada se despliega a otro ritmo: el de que se toma el tiempo de conocer al otro como primer paso para poder llegar a entenderlo. Y entonces, quizás, ver reflejado en su espejo algo de lo que somos.
«Los años y los destinos me han ido reafirmando en la creencia de que la cultura de los países que nos caben en suerte no es en absoluto ajena al desempeño de nuestra profesión; no, desde luego, menos que la política, la economía, la sociología o la historia. Es más, uno tiende a pensar que conocer los presupuestos culturales de las sociedades que nos acogen, incluso aquellas manifestaciones que pueden no ser mayoritarias en nuestro tiempo histórico, como es el caso de la poesía hoy, resulta esencial para el cumplimiento de nuestra tarea como diplomáticos, de la misma manera que el arquitecto que recibe el encargo de levantar un edificio debe conocer la naturaleza del suelo en que va a cimentar su obra. Y cuanto más profundamente consiga ver en esos estratos geológicos, más sólidas serán las bases de su trabajo».