Esto de fenecer ocurre a diario, sin pausa, en todos los lugares; todo el tiempo muere gente. Fallece alguien de cualquier edad, a cualquier hora, en cualquier parte
y entonces son los de la funeraria los que están ahí en ese preciso momento, casi invisibles y poco o nada considerados por una sociedad que aparta la vista del tema de la muerte; como si por no mirar, no existiera.
Este libro nos invita a viajar al epicentro de una empresa funeraria. Si aceptamos el ofrecimiento nos meteremos entre bambalinas de la mano de la autora y conoceremos los entresijos de este trabajo peculiar. No solo descubriremos las labores y quehaceres de los agentes funerarios, sino que además nos sumergiremos en un mundo sensitivo de emociones que la inmensa mayoría desconocemos.