Waldo y Lana se conocen en el Madrid de los primeros años noventa en un momento en el que todo
el país parece entusiasmado consigo mismo y obsesionado con el dinero y la apariencia de
modernidad. A sus treinta y tantos, viven inmersos en sus carreras profesionales -él es un descreído
creativo publicitario y ella una investigadora de estudios de mercado-, pero su encuentro, pronto les
suscitará la idea de cambiar de vida y tratar de recuperar los viejos sueños y convicciones que ambos
albergaron alguna vez.
Deciden abandonar la ciudad e instalarse en un pueblo del Priorat para regentar un pequeño hotel de
turismo enológico. El cultivo de la vid en el Priorat es de una gran complejidad: terrenos accidentados,
una tierra muy mineral y poco fértil, un clima duro. Los lugareños lo llaman viticultura heroica.