El feminismo de la corrección política está en todas partes. Inspira obediencia y seguir al rebaño. Ya casi nadie se acuerda de las maestras. Estamos rodeados de fanáticos que necesitan atención, demandan likes, buscan audiencia y promueven el sensacionalismo.
Maldita feminista no es un buen libro sobre feminismo. No busca hacer ni amigos ni enemigos, ni a la derecha ni a la izquierda, ni entre hombres ni mujeres. No quiere salvar a nadie. Quiere proponer que repensemos la actual endogamia ideológica de algunas corrientes feministas, su complacencia con el Estado en unas políticas públicas que se traducen en legislar sobre nuestra sexualidad o en imponer cuotas, el razonamiento moral con el que se rechazan temas de actualidad como la prostitución o la gestación subrogada, o la utilización del maltrato para ofrecer una imagen «victimista» de la mujer frente al hombre.