Tus gestos te sobrevivirán. Su origen es inmemorial, su duración escapa a los cronómetros. No caerán donde caigas, no hay pala ni palo que los fije a una parcela. Las tumbas son cajas abiertas. Los gestos nos poseen, nos asedian. Son a la historia humana lo que los fósiles son a la historia de la tierra. Instrumentos de la reminiscencia, operadores de la transfiguración. Si hay que leer aquello que todavía no fue escrito, como se lee en las entrañas de los animales, la danza y las estrellas, entre lo visceral y lo sideral está el gesto, la marca humana anterior a la fórmula retórica, resistente a la política. A partir de una fotografía de duelo tomada por Georges Mérillon en Kosovo y su reconversión en escultura de cera fundida, ahuecada y agujereada por Pascal Convert, este libro traza la historia del gesto de lamentación, unido a la voz rota de la queja fúnebre. Oscila sin anclarse entre el pasado y el presente, el cristianismo y el islam, la tragedia griega y las escenas bíblicas, el arte clásico, el cine y la poesía. Acaricia la imagen como una sepultura sensorial, memoria encarnada y rastro genealógico;