Con el cuervo de Poe nació la Modernidad. Se trata del impulso de destrucción que estremeció los nervios de Kleist, Victor Hugo, Kafka o Baudelaire. Que fue, como el propio Mallarmé reconoció, su Beatriz. Aire mefítico, analítico; dado que todo análisis implica una descomposición. La Modernidad constituiría la culminación de un proceso de indagación de los signos sobre sí mismos. Así, la esencia de la poesía estaría en la búsqueda que la palabra poética lleva a cabo de su propio fundamento. Esto es algo evidente al menos desde Rilke y Mallarmé. He ahí, también, lo que Balzac propone en La obra maestra desconocida. Es una pregunta permanente desde el Romanticismo, respondida siempre de forma similar: ha de valorarse en el arte no tanto su estatuto de transitividad cuanto su carácter de producción. En eso, el pintor Frenhofer podría actuar como su primer ejemplo, junto con Hugo. En ese proceso encontramos luego a Moholy-Nagy o Giacometti: su apuesta por una visualidad radical y desabrida, sin concepto ni esquema visivo previo. Porque nunca acabamos de ver las cosas, sino solo su representación mental, en la qu