En los Aforismos de Zürau, Kafka nombra a lo divino por primera vez llamándolo lo "indestructible". De esta manera hace referencia a aquello que se encuentra oculto pero siempre presente. Roberto Calasso logró, como nadie, percibir lo "indestructible" del propio Kafka, por lo que decidió brindarle un majestuoso homenaje sacando a la luz esa potencia escondida en forma de este libro.