Sousa Costa contrata a una gobernanta e institutriz para sus hijos. Hay clases de alemán, de piano, y, sobretodo, un encargo prioritario y secreto -ni su esposa lo sabe-. Se trata de su primogénito: está entrando en una edad delicada y su padre ha encontado la solución. Mário de Andrade vierte en 'Amar, verbo intransitivo' (1927) parte de la transgresión que dictaba el movimiento modernista brasileño que explotó en los años veinte del pasado siglo. Con una técnica narrativa que entra y sale de la historia, que la muestra para después arrinconarla, el multidisciplinar artista paulistano dejó su sello también en el género de la novela. Solo publicó dos -un año después vería la luz 'Macunaíma'-.