La naturaleza orgánica de las plantas ha tenido como consecuencia una cierta invisibilidad de éstas en los contextos arqueológicos, agudizada por la utilización de métodos de recuperación de restos poco rigurosos. Esta pretendida invisibilidad ha llevado a minimizar la importancia real que tuvieron las plantas para las sociedades pasadas y por lo tanto a visiones sesgadas de las estrategias económicas de estas sociedades. La creciente implantación de los estudios arqueobotánicos en la Península Ibérica permite entrever un cambio cualitativo en los últimos años. Estos estudios reflejan tanto los usos diversificados como los procesos de trabajo involucrados en su obtención, procesado y consumo.