Este libro no es una biografía de Carlos IV; tampoco la historia de su reinado, y mucho menos una novela histórica; el autor ha preferido centrarse en un tema inédito, la vida del rey en el exilio desde que abandonó España en abril de 1808, después del motín de Aranjuez, hasta que murió en Nápoles once años más tarde en 1819. Denominador común en todo este período de destierro, es la queja continua de Carlos IV por la escasez de sus recursos, pues ni Napoleón primero, ni su hijo Fernando después cumplieron enteramente las pensiones pactadas con él.
Carlos IV, un rey que no se resignó nunca a dejar de ser rey, ni a renunciar a sus prebendas, títulos u honores y mucho menos a prescindir de un regio peculio acorde con su categoría y grandeza disfrutadas hasta entonces... Otium cum dignitate. Sin embargo la correspondencia analizada nos muestra un Carlos IV adulador, pedigüeño e hipócrita donde su interés personal prima sobre la tragedia que sufren los españoles, primero en la guerra con los franceses y luego bajo los desmanes despóticos de su hijo... Primum vivere, deinde filosofare.
