No hay libertad sin independencia. Este es el pensamiento que subyace en esta novela. También puede deducirse que pocos son los seres humanos dueños de su destino. La mayoría no tiene otra salida que acompasarse a los tiempos, miembros de una piara donde pacen porque sus vidas están decididas por los que ostentan el poder.
Este es el trasfondo de Cuando ría la primavera. Aunque su desarrollo esté centrado en una época concreta puede ser extrapolable a cualquiera otra. Las reacciones en cada una de ellas obedece a la condición humana, más dada a pasar desapercibida aceptando lo que le imponen que a gestar héroes.
Aclarar esto es necesario para puntualizar que no se trata de una novela política, sino social y que sí existen unos protagonistas principales no lo son en menor medida los que forman parte del coro que los acompañan. Esta ha sido la intención del autor, más interesado siempre por los paisajes humanos que los urbanos, más inclinado a bucear en las conciencias que a practicar vuelos rasantes sin más compromiso que lo meramente descriptivo. Aquí, lo descriptivo es mera anécdota o recurso literario para encontrarle justificación a cada una de las personas que aparecen. Justificación, en este caso, no es sinónimo de disculpa.
Sin temor a caer en clasificaciones inducidas, Cuando ría la primavera es una novela coral en la que cada lector podrá sacar sus propias deducciones, sin coacciones apriorísticas, como corresponde a la libertad y a la independencia que el autor trata de defender.
El estilo es ágil pese a que se apoya en diálogos
