Durante la Guerra Civil Española, numerosos diplomáticos oficiales y honorarios no dudaron en arriesgar sus vidas para salvar la de numerosos españoles, de uno y otro bando, que llamaron desesperadamente a las puertas de sus representaciones en demanda de asilo, entre 1936 y 1940. La Embajada cubana fue una de ellas, a cuyo frente La Habana situó a Ramón Estalella y Pujolá (1893-1986) como encargado de negocios, asumiendo la difícil tarea de protección y evacuación de sus más de quinientos asilados, además del mantenimiento de otras tareas humanitarias.