Villa Ernestina, una casa modesta a pesar de su pomposo nombre, ejerce sobre Ana un poder asfixiante. Desde su infancia, observa como una abuela posesiva y de fuerte personalidad imprime en los miembros de la familia y en las paredes que los albergan una huella que persistirá aun después de su muerte. El padre, la madre, Ana, su prima y David son seres complejos y apasionados a los que vemos evolucionar a lo largo de la narración. Actúan a contracorriente, aunque en ocasiones no sean conscientes de su propia voluntad. Corren tiempos oscuros, irrespirables, bajo una dictadura que parece inacabable.