Las dos obras de este volumen se enmarcan junto a Pisito clandestino, anteriormente estrenada y publicada, en una trilogía que el propio autor denomina "Teatro de la inocencia". Este nombre obedece a las características de sus personajes: desheredados y relegados de la sociedad que soportan su marginación con una ingenuidad e inocencia muy lejanas de las imperantes ansias de trepismo y, lo que resulta aún más extraño, sin que se les pase por la cabeza la posibilidad de delinquir para salir de sus miserias. La existencia de estos seres inherentemente inocentes, como el Chuli de Vivir como perros o la Milagritos de El marido breve, aunque real puede parecer a veces difícil de creer, rodeados como nos encontramos de escándalos y corrupción, sin embargo, es quizás por esto mismo que resulta mucho más enternecedor. Martínez Ballesteros insiste aquí en su capacidad para tratar ciertos temas que, abordados con clave distinta, podrían resultar trágicos. Gracias al humorismo de supervivencia con el que se acerca a ellos logra hacerlos más asequibles al posible espectador o lector. Con un repertorio de gran variabilidad estilística se permite una vez más incidir en la crítica social -como ya hiciera en El despacho del señor Calleja y Salir en la foto, número 171 de esta misma colección- sin por ello repetir sus fórmulas. Otras obras de Antonio Martínez Ballesteros publicadas en esta colección son: El despacho del Sr. Calleja y Salir en la foto (núm. 171); La hora del diablo y Situaciones (núm. 202); Romeo y Julieta se divorcian y Romancero secreto de un casto varón (núm. 211); Como un sueño de humo y Cuatro mujeres (núm. 223); Orestiada 39 y La utopía de Albana (núm. 242); El tranquilizante y Situaciones II (núm. 262); y El sueño de Barataria y Los mendigos
