Los personajes que merodean por los cuentos de El oro celeste tienen el mismo aspecto que tú y se llaman Ramón Valbuena o Paco Pérez, igual que tu cuñado o tu vecino del quinto. Son hombres corrientes que, como todos los hombres corrientes, de corrientes tienen poco. Por eso un buen día renuncian a acudir puntualmente a la oficina y se hacen pasar por locos, o se transforman en caballo y se enamoran de una yegua, o se tumban en el diván del psiquiatra y por su boca habla un marinero muerto tres siglos atrás cerca de Ciudad del Cabo.