Rafael de Andrés tiene la originalidad de centrar la atención en los personajes secundarios y en los «figurantes» que aparecen en los evangelios. Las reflexiones que suscitan enriquecen nuestra comprensión de la Buena Noticia y nos ayudan de manera singular a orar con sus actitudes, gestos y reacciones. En definitiva, nos acercan más al protagonista principal.