Fue el segundo libro que publicó Darío, después de "Azul", que le diera inmediata celebridad. Es una recopilación de semblanzas de escritores, fundamentalmente poetas franceses, que el genial nicaragüense diera a conocer en "La Nación", diario de Buenos Aires, del cual fue constante colaborador. Tanto en forma de crónicas periodísticas como en su integración en libro, la riquísima e inusitada prosa de Darío, su penetración del personaje y la obra por él apreciados, así como la vasta cultura que demostraba, deslumbraron a la intelectualidad argentina, especialmente a los jóvenes creadores -entre ellos Leopoldo Lugones- que vieron en él a un escritor singular, sin duda único -si exceptuamos a Martí- en el panorama de las letras hispanas. Nunca hasta él, el idioma español había alcanzado resonancias semejantes, tal grandiosidad. Y el lector que se asome a estas páginas podrá comprobarlo.