Esta primera reunión de la poesía de Ulacia asienta una verdad sobre el legado de sus horas: en el momento de dibujar al mundo siguiendo la forma de un poema, era capaz de alcanzar las mayores alturas imaginales y emotivas, "Atento al ritmo de la gran ciudad, -dice James Valender en el prólogo a esta edición-, fue sensible también a la vida mucho más lenta y callada de los árboles, las plantas, los animales. Fue poeta que se interesó muy vivamente por la música: como Darío y Paz, hizo suya cierta concepción pitagórica del mundo que ve todo en términos de ritmo. Si escribió poesía, fue finalmente con el propósito de captar y recrear los ritmos que nos unen los unos con los otros, y a todos con el mundo que nos rodea".