Que yo soy normal puede ser perfectamente un tratado completo de filosofía intrascendente, una clase caótica de estilo literario, un ensayo mellado sobre una vida hecha, un juego entre la memoria real y la memoria inventada, un diario constrictor [como la boa aquella], un ejercicio precreativo, un drama jocoso o dos novelas cortas y un diario mal mezclados en la Turmix de casa
también puede ser nada, que ya es algo.