Es más, a los ocho años no pasó una prueba en el Barça. Le tocó iniciar un peregrinaje en el Barberá, Lleida y Jabac para finalmente poder enfundarse a los 17 años la ansiada camiseta azulgrana. Un fichaje rocambolesco. Hubo dudas, pero apareció un supuesto interés del Real Madrid y su contratación se cerró de manera inminente. Un año antes pudo vestir de amarillo. Jugó un torneo con el Villarreal, pero su madre se cerró en banda: "Mi hijo duerme y come en su casa".