En su último trabajo, Jon Arretxe nos transporta a la capital de Turquía, Estambul, a sus calles, sus zocos, sus colores, sus olores? Allí es donde habita Kawa, un exiliado kurdo que, para sobrevivir, se dedica al asesinato por encargo. Vive con su madre, quien, postrada en una silla de ruedas, rememora la belleza nostálgica de los alrededores del monte Ararat, el lugar sagrado que los vio nacer y donde quedaron sepultados su marido y dos de sus hijos, militantes de la causa kurda. Kawa, un paria sin otra forma de subsistencia, se hace profesional de la muerte sin siquiera plantearse las causas que condenan a sus víctimas. Sin embargo, tras cumplimentar lo que parecía uno más de sus pedidos, algo se revuelve en su interior y comienzan a desmoronarse los pilares que sostenían su mundo. Su único consuelo estará ligado al recuerdo de su hermana desaparecida, la única del clan familiar que sobrevivió a la ignominia y la vergüenza en la que se hunde el resto, junto a la leyenda de Shahmarán, la diosa de la sabiduría, símbolo de la fecundidad y con potestad de conceder el don de la eternidad.
