En noviembre del 1577 el famoso y temido pirata español, Tiburón Rojo, es apresado por soldados de la corona española y llevado, en compañía de sus hombres, a la prisión de la isla de Auruga. El gobernador de la isla le ofrece dos opciones. La primera: la horca. La segunda: salvar su vida y la de sus hombres, si accede a enfrentarse al capitán Williams Drook, quien por orden expresa de la reina Isabel I de Inglaterra navega hacia aguas del mar Caribe, con la orden de asaltar cuantos barcos y puertos españoles encuentre en su camino.