La vuelta de un emigrante y el encargo a éste de una investigación por la extraña y accidental muerte de un sacerdote desatan la trama de esta novela que, sin ser histórica, participa de los ingredientes del género; sin ser una narración de misterio en sí misma, toda ella lo parece; tampoco se la puede considerar feminista ni social, pero ahí están los preliminares de ambas corrientes a finales del siglo pasado, en una sociedad cerrada y poco permeable a los cambios. Tratos de azar es una novela, sin más -y sin menos- que cuenta con varias lecturas y planos diferentes. Una es el relato de historias de amores desgraciados como los de Celia y de Faustino los protagonistas- de Virginia y Pedro, los de don Diego, el juez, de Amadora el ama, del cura, del maestro . Otra, los grupos de poder que se forman -aún hoy, pero más en el siglo diecinueve- en los pueblos del sur, por terratenientes, iglesia y personajes representativos, y las situaciones de injusticia e impotencia. La investigación de una muerte cruenta, que sucede como consecuencia de todo lo anterior, vertebra la estructura y le aporta coherencia a la trama. Y, por último, y es lo que da título a la novela, la influencia de los juegos de azar, que no sólo representan el placer en sí mismo, sino que generan ambiciones, mal uso del poder y falta de escrúpulos, hasta el punto de tratar pérdidas y ganancias, no sólo con el patrimonio, sino con las personas y con su destino.
