El jesuita P. Rausch recoge en su libro las diferentes interpretaciones que se han dado de la Iglesia en la historia del cristianismo y traza los rasgos de una eclesiología basada en las aportaciones del Concilio Vaticano II, ecuménica y, en esta época de globalización, de veras universal. Sostiene que en un mundo cada vez más interconectado, como el del siglo XXI, la Iglesia ha de ser una comunidad realmente mundial, capaz de reconciliar unidad y diversidad siendo fiel a su tradición, pero también abierta a todos.